Pregón Encina 2009
PREGÓN FIESTAS DE LA ENCINA 2009
PREGONERA: SILVIA GONZÁLEZ PRADA
PREGONERA: SILVIA GONZÁLEZ PRADA
"Buenas tardes. Ilustrísimo señor Alcalde de la ciudad de Ponferrada, miembros de la corporación municipal; autoridades; Reina y Damas de Honor, paisanos y amigos.
Sé que es habitual comenzar este tipo de actos diciendo que es un honor haber sido elegida para esta distinción; pero desde luego en esto no pretendo ser original; sino poder transmitir lo que para mí significa estar hoy aquí.
Por ello me gustaría comenzar agradeciendo al señor Alcalde y a su corporación municipal haberme propuesto para tan alto reconocimiento.
Igualmente querría agradecer a todos aquellos que me han acompañado hasta este momento y de alguna manera me han ayudado para poder ser de alguna manera reconocida en este acto. Sin duda son muchos los que me han ayudado pero entre ellos sin duda mis padres, mis hermanos, mis abuelos y muchos otros a los que espero referirme durante este pregón.
Pero lo que no quiero hacer es olvidar que esto es un pregón de fiestas, y que la protagonista no soy yo; sino la ciudad, vosotros y la Virgen de la Encina, y espero ayudar a reconocer el ambiente festivo en nuestras calles, invitaros a participar del jolgorio a disfrutar de vuestras familias en las comidas familiares y a quemar la traca final de este verano que ya se acaba.
Me gustaría comenzar este pregón desde los recuerdos de mi infancia; desde la calle Lago de Carucedo; en el Barrio de San Ignacio; donde junto con mis tres hermanos pasé los primeros años de mi vida. Son recuerdos de inviernos de niebla, fríos, en los que al levantarnos mi madre nos llevaba las zapatillas calentitas, traídas del horno de la cocina de carbón, y nos preparaba para ir al colegio; al antiguo colegio La Puebla.
Ya por aquel entonces nuestros padres se esforzaban por completar nuestra formación con aquello que más nos llamaba la atención; a mis hermanos con la música; el solfeo; el piano; y a mí con la pintura.
Los recuerdos de mi niñez me traen un lápiz a las manos y caballos que dibujaba de forma natural como si siempre hubiera estado entre ellos cuando seguramente pocos había visto en la realidad.
Pero ya desde ese momento, a la edad de tres años, comencé a asistir a una academia de pintura; donde comencé a embriagarme con el olor de los oleos; la liturgia del montaje de los lienzos; la belleza de los modelos de piezas; los bodegones; los paisajes.
Todo era natural y los años pasaban marcados por ritmo de los cursos de la EGB. Eran épocas en las que al salir del colegio a las cinco y media nos íbamos con el bocadillo a jugar a la calle, por el barrio. Los viernes eran días de fiesta, donde tras el juego en la calle; o tal vez en el bosque que llamábamos de los eucaliptos; volvíamos a casa para el baño y después veíamos el un, dos, tres y eso era la bomba. Quién nos lo iba a decir....
A esos años siguieron otros, de salto del colegio al Instituto, al Álvaro de Mendaña. Ya por aquel entonces asistía a la academia de Ángel Ruiz, en donde fui tratando de mejorar mi técnica con el óleo y especialmente con la acuarela y empecé a encontrar la inspiración en los paisajes de esta ciudad y sus alrededores. De esa época son mis primeras exposiciones y mis primeras convicciones de que más allá de la plástica o estética de un cuadro; en la pintura, en el dibujo hay un lenguaje; un vehículo a través del cual transmitir ideas. Eran los inicios del camino de la pintura al diseño.
Esos años son años del break dance; sí. A eso me refiero, era algo de lo más moderno y acudíamos a la discoteca del Temple a bailar break dance donde llegué a ganar un concurso. También son años del Marfil, seguramente algunos de los que me escuchan recuerden ese pub en el barrio de San Ignacio y el .........en el barrio del Temple. En casa suenan discos de Madonna.
Será poco más tarde; el tiempo pasa muy rápido; cuando me toca el turno de ir a la Universidad. Mientras que para otros la duda era qué carrera elegir; para mi el camino no podía ser otro que el de Bellas Artes y en Salamanca; pues mis hermanos ya estudiaban allí y no eran tiempos para mayores lujos; pues como siempre dice mi padre; nosotros siempre hemos vivido por los pelos. Para quien no lo sepa mi padre es peluquero -pero de los buenos, de los que ya no quedan- y cuyas manos dice mi madre que heredé.
Esa época de Salamanca es de descubrimientos, de aprendizaje total y también de reencuentros. Es el momento en el que cuando uno vuelve a casa, sobre todo en Navidad se da cuenta de lo reconfortante que es volver a tu sitio; reencontrar a los amigos y aprender a apreciar las bellezas de tu pueblo, de sus calles, de sus sitios.
En esta época en que a la vuelta a Ponferrada ya se puede salir por la noche es época del Bellas Artes y de bailes en el casino en Noche Vieja.
En este momento de mi carrera es especialmente importante el apoyo de nuestro paisano Carralero........
Durante esos años de estudiante en Salamanca, se comienza a hablar de algo muy moderno llamado Erasmus y sin pensármelo demasiado pido una estancia en Alemania; donde paso parte de un Curso Académico y comienzo a adentrarme en el mundo del diseño. Son años de cartas con mi madre, de estrecheces; de ayudas de mi hermana mayor; Inma a quien siempre estaré agradecida por ser esa hermana mayor que todos en algún momento he necesitado y que siempre ha estado.
Tras esos años en Salamanca y esa etapa en el extranjero, algo me dice que mi sitio no es ni esa preciosa ciudad castellana ni tampoco esta preciosa capital berciana; necesitaba vivir y crecer personal y profesionalmente sola y es por eso que me voy a Barcelona con poco más en el bolsillo que ilusión y al apoyo de mi familia.
Son años duros pero de gran aprendizaje y creatividad en una ciudad que tiene mucho que ver con esta pues hay un personaje que de alguna manera enlaza las dos ciudades como es Luis del Olmo.
Es esta la ciudad en la que actualmente vivo y desde la que trabajo, o mejor dicho, desde la que viajo; pues hoy por hoy mis viajes a Nueva York; a Méjico y a otros muchos sitios a veces me hacen difícil dar contestación a la pregunta de dónde vivo.
Con todo esto que les he contado no pretendo otra cosa que tratar de que me conozcan un poco y puedan entender que es cierto cuando digo que Ponferrada está siempre en mi corazón, esté donde esté y que los ponferradinos podemos sentirnos muy orgullosos por tener a paisanos nuestros por todo el mundo; y por tener una ciudad preciosa donde lo más importante sois vosotros.
A uno le cuesta mucho reconocerse pero debo deciros que el ponferradino tiene un acento especial; que en Salamanca nos reconocían con facilidad pero además nos conocen por nuestro carácter emprendedor y valiente y por algo muy importante en este momento que es nuestra tendencia festiva.
Estamos en fiestas y las Fiestas de la Encina siempre han sido fantásticas y este año también lo van a ser
La ciudad está preciosa; os aseguro que el reencuentro con la ciudad para mi ha sido emocionante.
Antes de invitaros a que disfrutéis al máximo de la fiesta quiero terminar con el recuerdo a Eduardo, a mi sobrino, que ya no está con nosotros, y que aunque había nacido en Salamanca, le encantaban las fiestas de la Encina y para él eran las mejores del mundo. Para él y para mi madre, que por siempre están juntos y siempre me ayudan este momento tan especial para mi.
Espero que para vosotros también lo sean, que disfrutéis de las calles llenas de música, de las carrozas, de los conciertos, de las actividades para los más pequeños y sobre todo sentiros orgullosos de ser ponferradinos.
Muchísimas gracias"
Sé que es habitual comenzar este tipo de actos diciendo que es un honor haber sido elegida para esta distinción; pero desde luego en esto no pretendo ser original; sino poder transmitir lo que para mí significa estar hoy aquí.
Por ello me gustaría comenzar agradeciendo al señor Alcalde y a su corporación municipal haberme propuesto para tan alto reconocimiento.
Igualmente querría agradecer a todos aquellos que me han acompañado hasta este momento y de alguna manera me han ayudado para poder ser de alguna manera reconocida en este acto. Sin duda son muchos los que me han ayudado pero entre ellos sin duda mis padres, mis hermanos, mis abuelos y muchos otros a los que espero referirme durante este pregón.
Pero lo que no quiero hacer es olvidar que esto es un pregón de fiestas, y que la protagonista no soy yo; sino la ciudad, vosotros y la Virgen de la Encina, y espero ayudar a reconocer el ambiente festivo en nuestras calles, invitaros a participar del jolgorio a disfrutar de vuestras familias en las comidas familiares y a quemar la traca final de este verano que ya se acaba.
Me gustaría comenzar este pregón desde los recuerdos de mi infancia; desde la calle Lago de Carucedo; en el Barrio de San Ignacio; donde junto con mis tres hermanos pasé los primeros años de mi vida. Son recuerdos de inviernos de niebla, fríos, en los que al levantarnos mi madre nos llevaba las zapatillas calentitas, traídas del horno de la cocina de carbón, y nos preparaba para ir al colegio; al antiguo colegio La Puebla.
Ya por aquel entonces nuestros padres se esforzaban por completar nuestra formación con aquello que más nos llamaba la atención; a mis hermanos con la música; el solfeo; el piano; y a mí con la pintura.
Los recuerdos de mi niñez me traen un lápiz a las manos y caballos que dibujaba de forma natural como si siempre hubiera estado entre ellos cuando seguramente pocos había visto en la realidad.
Pero ya desde ese momento, a la edad de tres años, comencé a asistir a una academia de pintura; donde comencé a embriagarme con el olor de los oleos; la liturgia del montaje de los lienzos; la belleza de los modelos de piezas; los bodegones; los paisajes.
Todo era natural y los años pasaban marcados por ritmo de los cursos de la EGB. Eran épocas en las que al salir del colegio a las cinco y media nos íbamos con el bocadillo a jugar a la calle, por el barrio. Los viernes eran días de fiesta, donde tras el juego en la calle; o tal vez en el bosque que llamábamos de los eucaliptos; volvíamos a casa para el baño y después veíamos el un, dos, tres y eso era la bomba. Quién nos lo iba a decir....
A esos años siguieron otros, de salto del colegio al Instituto, al Álvaro de Mendaña. Ya por aquel entonces asistía a la academia de Ángel Ruiz, en donde fui tratando de mejorar mi técnica con el óleo y especialmente con la acuarela y empecé a encontrar la inspiración en los paisajes de esta ciudad y sus alrededores. De esa época son mis primeras exposiciones y mis primeras convicciones de que más allá de la plástica o estética de un cuadro; en la pintura, en el dibujo hay un lenguaje; un vehículo a través del cual transmitir ideas. Eran los inicios del camino de la pintura al diseño.
Esos años son años del break dance; sí. A eso me refiero, era algo de lo más moderno y acudíamos a la discoteca del Temple a bailar break dance donde llegué a ganar un concurso. También son años del Marfil, seguramente algunos de los que me escuchan recuerden ese pub en el barrio de San Ignacio y el .........en el barrio del Temple. En casa suenan discos de Madonna.
Será poco más tarde; el tiempo pasa muy rápido; cuando me toca el turno de ir a la Universidad. Mientras que para otros la duda era qué carrera elegir; para mi el camino no podía ser otro que el de Bellas Artes y en Salamanca; pues mis hermanos ya estudiaban allí y no eran tiempos para mayores lujos; pues como siempre dice mi padre; nosotros siempre hemos vivido por los pelos. Para quien no lo sepa mi padre es peluquero -pero de los buenos, de los que ya no quedan- y cuyas manos dice mi madre que heredé.
Esa época de Salamanca es de descubrimientos, de aprendizaje total y también de reencuentros. Es el momento en el que cuando uno vuelve a casa, sobre todo en Navidad se da cuenta de lo reconfortante que es volver a tu sitio; reencontrar a los amigos y aprender a apreciar las bellezas de tu pueblo, de sus calles, de sus sitios.
En esta época en que a la vuelta a Ponferrada ya se puede salir por la noche es época del Bellas Artes y de bailes en el casino en Noche Vieja.
En este momento de mi carrera es especialmente importante el apoyo de nuestro paisano Carralero........
Durante esos años de estudiante en Salamanca, se comienza a hablar de algo muy moderno llamado Erasmus y sin pensármelo demasiado pido una estancia en Alemania; donde paso parte de un Curso Académico y comienzo a adentrarme en el mundo del diseño. Son años de cartas con mi madre, de estrecheces; de ayudas de mi hermana mayor; Inma a quien siempre estaré agradecida por ser esa hermana mayor que todos en algún momento he necesitado y que siempre ha estado.
Tras esos años en Salamanca y esa etapa en el extranjero, algo me dice que mi sitio no es ni esa preciosa ciudad castellana ni tampoco esta preciosa capital berciana; necesitaba vivir y crecer personal y profesionalmente sola y es por eso que me voy a Barcelona con poco más en el bolsillo que ilusión y al apoyo de mi familia.
Son años duros pero de gran aprendizaje y creatividad en una ciudad que tiene mucho que ver con esta pues hay un personaje que de alguna manera enlaza las dos ciudades como es Luis del Olmo.
Es esta la ciudad en la que actualmente vivo y desde la que trabajo, o mejor dicho, desde la que viajo; pues hoy por hoy mis viajes a Nueva York; a Méjico y a otros muchos sitios a veces me hacen difícil dar contestación a la pregunta de dónde vivo.
Con todo esto que les he contado no pretendo otra cosa que tratar de que me conozcan un poco y puedan entender que es cierto cuando digo que Ponferrada está siempre en mi corazón, esté donde esté y que los ponferradinos podemos sentirnos muy orgullosos por tener a paisanos nuestros por todo el mundo; y por tener una ciudad preciosa donde lo más importante sois vosotros.
A uno le cuesta mucho reconocerse pero debo deciros que el ponferradino tiene un acento especial; que en Salamanca nos reconocían con facilidad pero además nos conocen por nuestro carácter emprendedor y valiente y por algo muy importante en este momento que es nuestra tendencia festiva.
Estamos en fiestas y las Fiestas de la Encina siempre han sido fantásticas y este año también lo van a ser
La ciudad está preciosa; os aseguro que el reencuentro con la ciudad para mi ha sido emocionante.
Antes de invitaros a que disfrutéis al máximo de la fiesta quiero terminar con el recuerdo a Eduardo, a mi sobrino, que ya no está con nosotros, y que aunque había nacido en Salamanca, le encantaban las fiestas de la Encina y para él eran las mejores del mundo. Para él y para mi madre, que por siempre están juntos y siempre me ayudan este momento tan especial para mi.
Espero que para vosotros también lo sean, que disfrutéis de las calles llenas de música, de las carrozas, de los conciertos, de las actividades para los más pequeños y sobre todo sentiros orgullosos de ser ponferradinos.
Muchísimas gracias"