Bando de Navidad del Alcalde
PONFERRADINOS
Que no por que nos falte un pomposo Corte Inglés vamos a dejar de enterarnos de que llega la Navidad a la nueve veces centenaria ciudad de Ponferrada, pues para eso Macario ya armó el belén y nosotros hemos colocado por vías, foros y luminarias las más espléndidas luces de colores a base de estrellas, escarchas y angelotes.
Que es tiempo de perder el miedo a la alegría, aparcar desvelos, ahuyentar las desdichas tan lejos como podamos y atraer las fortunas, que aunque el ?calvo? no nos haya bendito el decimín de Navidad a la esperanza también la pintan calva y esa espera para el Niño.
Es hora de disfrutar con la familia, que no hay mayor gloria que la que en una mesa se encuentra cuando ninguna copa se echa de menos a la hora de brindar. El brindis, eso sí, que sea con nuestra afamada mencía, que para eso nuestros bodegueros la miman en el roble tantos meses. Y a falta de mencía, buena es la devoción por el godello nuevo. En cuanto a la comida, que sea la mejor dote que puede ofrecer la huerta y los montes bercianos acompañada de algún que otro rosáceo invitado de la vecina Galicia.
Y al terminar que se cante un villancico, perdonando al cuñado que desentona, al suegro que se trastabilla, a la prima que se olvida la letra, al vecino que siempre canta el mismo y al hermano que empapiza por intentarlo polvorón en ristre.
Y que se ponga a trabajar desde ahora mismo la industria de la felicidad que cada uno llevamos dentro, esa que sólo falta engrasar de vez en cuando con unos sencillos ?Feliz Navidad? y ?Feliz Año? que en estos días nos regalamos con tanta generosidad y que, por desgracia, en el resto de los meses nos guardamos en el arcón de nuestro desván más rancio.
Y que si alguna lágrima fuera palabra, que esa palabra fuera risa, alegría, menos veces nostalgia y nunca añoranza porque la Navidad es eso, nacimiento, presente que se proyecta hacia el futuro, y más este año que estrenamos Jacobeo. Que eso no es incompatible con que los sanos se acuerden de los enfermos, los presentes de los ausentes y los que disfrutan de los que ya no pueden hacerlo, que en el último brindis caben todas las intenciones.
Y que los más jóvenes disfruten sin bárbaras locuras, que recuerden el lema que no aconseja mezclar alcohol con volantes. Deben saber que quedan muchas noches viejas y que queremos contar con ellos en todas.
Y también les pido licencia para que no se olviden vuestras mercedes que el de los renos y el carrito es tradición foránea, que lo nuestro es Chalupa super star aunque los de Hollywood no se hayan enterado, y que a ambos lados del Sil la Navidad no acaba hasta que pasan Melchor, Gaspar y Baltasar de nuestras calles al hueco de nuestras zapatillas. Por eso, reservad algún sueño para que lo cumplan Sus Majestades y así no se pongan celosas.
Y por último, les traslado mi más sincera felicitación navideña y que el postrero deseo de las campanadas de Nochevieja sea el mismo de éste que les sirve: felicidad a manos llenas para hacer entre todos los ponferradinos de nuestros hogares el hogar de nuestra vida y de Ponferrada la ciudad de nuestros sueños.
¡Jubilosa Nochebuena y brillante 2004!
Que no por que nos falte un pomposo Corte Inglés vamos a dejar de enterarnos de que llega la Navidad a la nueve veces centenaria ciudad de Ponferrada, pues para eso Macario ya armó el belén y nosotros hemos colocado por vías, foros y luminarias las más espléndidas luces de colores a base de estrellas, escarchas y angelotes.
Que es tiempo de perder el miedo a la alegría, aparcar desvelos, ahuyentar las desdichas tan lejos como podamos y atraer las fortunas, que aunque el ?calvo? no nos haya bendito el decimín de Navidad a la esperanza también la pintan calva y esa espera para el Niño.
Es hora de disfrutar con la familia, que no hay mayor gloria que la que en una mesa se encuentra cuando ninguna copa se echa de menos a la hora de brindar. El brindis, eso sí, que sea con nuestra afamada mencía, que para eso nuestros bodegueros la miman en el roble tantos meses. Y a falta de mencía, buena es la devoción por el godello nuevo. En cuanto a la comida, que sea la mejor dote que puede ofrecer la huerta y los montes bercianos acompañada de algún que otro rosáceo invitado de la vecina Galicia.
Y al terminar que se cante un villancico, perdonando al cuñado que desentona, al suegro que se trastabilla, a la prima que se olvida la letra, al vecino que siempre canta el mismo y al hermano que empapiza por intentarlo polvorón en ristre.
Y que se ponga a trabajar desde ahora mismo la industria de la felicidad que cada uno llevamos dentro, esa que sólo falta engrasar de vez en cuando con unos sencillos ?Feliz Navidad? y ?Feliz Año? que en estos días nos regalamos con tanta generosidad y que, por desgracia, en el resto de los meses nos guardamos en el arcón de nuestro desván más rancio.
Y que si alguna lágrima fuera palabra, que esa palabra fuera risa, alegría, menos veces nostalgia y nunca añoranza porque la Navidad es eso, nacimiento, presente que se proyecta hacia el futuro, y más este año que estrenamos Jacobeo. Que eso no es incompatible con que los sanos se acuerden de los enfermos, los presentes de los ausentes y los que disfrutan de los que ya no pueden hacerlo, que en el último brindis caben todas las intenciones.
Y que los más jóvenes disfruten sin bárbaras locuras, que recuerden el lema que no aconseja mezclar alcohol con volantes. Deben saber que quedan muchas noches viejas y que queremos contar con ellos en todas.
Y también les pido licencia para que no se olviden vuestras mercedes que el de los renos y el carrito es tradición foránea, que lo nuestro es Chalupa super star aunque los de Hollywood no se hayan enterado, y que a ambos lados del Sil la Navidad no acaba hasta que pasan Melchor, Gaspar y Baltasar de nuestras calles al hueco de nuestras zapatillas. Por eso, reservad algún sueño para que lo cumplan Sus Majestades y así no se pongan celosas.
Y por último, les traslado mi más sincera felicitación navideña y que el postrero deseo de las campanadas de Nochevieja sea el mismo de éste que les sirve: felicidad a manos llenas para hacer entre todos los ponferradinos de nuestros hogares el hogar de nuestra vida y de Ponferrada la ciudad de nuestros sueños.
¡Jubilosa Nochebuena y brillante 2004!