El montaje de La tempestad, obra de un Shakespeare maduro, dirigido por Helena Pimenta, una de las grandes especialistas españolas en el autor inglés, se presenta en Ponferrada arropada por un amplio reparto entre el que destacan los nombres de Álex Angulo, el popular protagonista de la serie Periodistas, Ramón Barea, director de cine y teatro además de actor y Pepe Viyuela, conocido por sus personales números cómicos y su papel protagonista en la película Mortadelo y Filemón. La función tendrá lugar el jueves, día 18 de noviembre (21 horas; 12 y 10 euros; entradas a la venta a partir del día 15)

Próspero, destronado Duque de Milán, vive desde hace doce años en una isla desierta acompañado de su hija Miranda, de su esclavo Calibán y de Ariel, un espíritu benéfico. Dedicado en su exilio al estudio de las ciencias ocultas no pierde la ocasión de poner la fortuna a su favor cuando el barco que transporta a sus usurpadores pasa cerca de su isla de vuelta de Túnez. Próspero empleará todo su Arte para consumar su venganza. Sus poderes cambiarán su destino, y sin quererlo, le cambiarán a él. Su corazón endurecido por el odio encontrará una nueva respuesta a la existencia del mal. Es posible la regeneración del género humano. En este caso, el poder para realizarla se confiere a los jóvenes, no sin antes haberse producido la renuncia a ganar y el perdón por parte de sus mayores.
Helena Pimenta, directora de este espectáculo, fundó en 1987 la compañía Ur Teatro. Ha dirigido 22 montajes, 16 de ellos producciones propias y el resto en compañías como el Centro Andaluz de Teatro, el Centro Dramático Gallego, la Compañía Nacional de Teatro Clásico o el Teatro Nacional de Cataluña. En 1992 inicia una trilogía sobre las obras de William Shakespeare: Sueño de una noche de verano (1991, Premio Nacional de Teatro), Romeo y Julieta (1995) y Trabajos de amor perdidos (1998), que la han convertido en una de las especialistas más apreciadas sobre este autor, recibiendo hasta la fecha más de veinte premios nacionales e internacionales y el reconocimiento unánime de público y crítica.
Entre los actores del amplio reparto de esta función destaca Alex Angulo, que inicia su carrera como actor de teatro en Bilbao y que presenta una importe carrera en el terreno cinematográfico (desde El día de la bestia y Acción mutante de Alex de la Iglesia a Carne Trémula de Pedro Almodóvar) y televisiva, destacando su papel en la serie Periodistas de Tele 5. Ramón Barea, por su parte, además de actor es director de cine y de teatro, dramaturgo y guionista, profesor de interpretación y creador de dos de las compañías teatrales más representativas de Euskadi: Cómicos de la legua (1968) y Karraka (1980). Pepe Viyuela que comienza su carrera profesional como actor en el medio televisivo, ha trabajado para Teatro de La Abadía (El retablo de la avaricia, la lujuria y la muerte dirigida por José Luis Gómez, Noche XII dirigida por Gerardo Vera y Fausto), el Centro Dramático Nacional (La fundación, La visita de la vieja dama ambas dirigidas por Juan Carlos Pérez de la Fuente) y La Compañía Nacional de Teatro Clásico (El Alcalde de Zalamea dirigida por Sergi Belbel).
Con UR teatro, bajo la dirección de Helena Pimenta, trabaja en Sonámbulo de Rafael Alberti / Juan Mayorga. Conocidos son sus trabajos para el cine (Tierra de Julio Medem, Una pareja perfecta, de Paco Betriú, El milagro de P.Tinto y Mortadelo y Filemón ambas de Javier Fresser)
Con La Tempestad estamos en el Shakespeare del final (1611). Los personajes a los que ha dado vida en su dilatada carrera como autor, los temas que le han inquietado y obsesionado, los recursos escénicos que ha explorado, su existencia en el teatro, todo está aquí. Este testamento escénico recoge su experiencia teatral y vital pero se manifiesta como una auténtica y nueva obra de arte que reinterpreta y reescribe ambas experiencias, inseparables por otra parte, para presentárnoslas como algo vivo en el presente.
La Tempestad transcurre entre el relato de aventuras, la lírica y pasión del amor joven, la comicidad grotesca de los clowns, la tensión dramática de nuevos intentos de usurpación y asesinato, el ensueño que a veces parece envolverlo todo en este lugar de la imaginación que Shakespeare propone con su isla, cuya visita hace madurar, reconocerse y prepararse en definitiva para continuar la vida cotidiana con el recuerdo de la experiencia creativa de la imaginación. El Shakespeare hombre, ya viejo, es más joven que nunca como artista. En su final está su principio.